lunes, 20 de diciembre de 2010

Tomás Gisbert, el periodista que amó a su pueblo

PEPE SOTO   
Ha muerto Tomás Gisbert, el periodista alcoyano que solucionó la complicada ecuación vital de alternar el noble oficio de joyero con las tramoyas de los teatros y el periodismo deportivo. Tomás vivió sesenta años de eterna juventud con su poblado bigote, cada día mañana más gris y su eterna sonrisa.
Era un tipo feliz; un buen vecino. Se hizo popular entre la población alcoyana por sus espacios deportivos en Radio Alcoy. Primero como comentarista del programa nocturno Boletín Deportivo, en la dura tarea de sustituir, a mediados de los años setenta, al ya fallecido Mario Silvestre, también teatrero, y un monstruo en esto de la comunicación. Más tarde alcanzó la gloria en el valle del Serpis con los tres minutitos diarios que cada mañana dedicaba al equipo de su vida, al Club Deportivo Alcoyano, bautizado como Fresquitas Mañanas. Tomás se convertía, sin más, en el mayor forofo del equipo, crítico con directivos, con jugadores y técnicos. ¿Teatro o amor? Creo que algo de ambos costados: un poco de actor, pero, sobre todo, su entusiasmo por el equipo de su vida.  
La trayectoria periodística de Tomás Gisbert también se paseó por periódicos como Ciudad, con quien todavía colaboraba, y La Verdad, como corresponsal hasta sus últimas fuerzas.
Una enfermedad le quebró la voz, que no la silenció y el hombre, recuperado y muy consciente de sus posibilidades, cambió con urgencia los micrófonos por las letras. No tenía más remedio, pero con precisa dignidad y amor propio. Era estupendo.
Muchos sábados coincidíamos en el añejo bar Ideal, en la Bandeja. Siempre amable y complaciente, bondadoso, tomábamos el aperitivo charlando con placidez de las cosas del fútbol y de sus entornos. Sabía mucho de fútbol, de teatro, de los entresijos de su pueblo y de sus gentes, porque en las cosas de la política poco coincidíamos y, por tanto, de poco hablamos en aquellos encuentros. De memoria prodigiosa, Tomás sabía el paradero de cientos de futbolistas que se habían enfundado la camiseta blanquiazul. 
Hace unas semanas le vi más delgado, pero no más débil. Creo que era feliz. Su mordaz tarea periodística se diluyó en pocos años, sobre todo porque, como el bueno de Tomás decía que "ya está bien de complicarse la vida".
La ciudad de Alcoy le debe mucho a este menudo periodista que gritó por causas justas, al margen del fútbol, por quien tanto hizo, pero, en especial, por el Club Deportivo Alcoyano.
Sería sencillo despedirle con un Fresquitas Mañanas, Tomás Gisbert.
Prefiero desearte, compañero de fatigas, mucha suerte y un beso muy fuerte, amigo.

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